La Pandemia y los Adultos Mayores

Escrito por Laura Elizondo Williams, Directora de Innovación de Lexium

 

De acuerdo con la OMS, entre 2000 y 2050, la proporción de los habitantes del planeta mayores de 60 años se duplicará, pasando del 11% al 22%.

Nunca en la historia de la humanidad había existido tanta población de adultos mayores.  Los datos indican que el grupo de la tercera edad pasará de 605 millones de personas a 2000 millones en un lapso de 50 años o menos.

De esta forma, y por muchas razones diferentes, es una realidad que el conocido “life span” o lapso de vida, se ha logrado incrementar significativamente, teniendo las mujeres la probabilidad de vivir en promedio hasta los 85 años y los hombres hasta los 80.

Pero al  life span, se le deben agregar otros  factores para que esa larga vida valga la pena vivirla: “health span”, es decir un estado global de buena salud y “mind span”,  un  período en el que se conserven en buen estado las capacidades cognitivas, de esta forma, cualquiera que desee planear su vida de adulto mayor debe de tomar en cuenta no solo cuánto tiempo es probable que viva, sino cómo lo va a vivir; la fórmula es sencilla:

lapso de vida + lapso de salud + lapso de buen estado de capacidades cognitivas.

Los descubrimientos de neurociencias nos indican que para que estos 3 factores puedan ser cuidados es preciso que la persona tenga:

Una actividad física constante, intereses que le den sustento a su día, una alimentación debidamente equilibrada y espacios de socialización.

En 2020 les hemos negado a las personas de la tercera edad tres de estas cuatro importantes posibilidades, pues con la pandemia, se decidió confinarlos, asilarlos y disminuir, quizás sin darnos cuenta, muchos de los intereses que los mantenían durante el día.

Efectivamente en esta época Covid haremos todo lo posible para que los adultos mayores se mantengan con vida, para que ese “life span” no se altere en lo más mínimo, pero las alternativas que se propusieron para hacerlo dejaron de lado aquello que mantiene lejos el deterioro de la mente y del espíritu y eso, al final de la pandemia, nos cobrará factura.

Es posible que, cuando salgamos de esta situación, encontremos una población de tercera edad deteriorada, anquilosada, maltratada y con pocas posibilidades de recuperar todo lo perdido; su lapso de vida se habrá mantenido, pero la salud emocional y las capacidades cognitivas de muchos adultos mayores se habrán perdido y ya no tendrán tiempo ni posibilidades de reponerlas.

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